El paisaje industrial de las ciudades, ha pasado a ser en los últimos años un importante activo para el desarrollo de las actividades populares, artísticas y culturales de la comunidad. De este modo, se ha elevado incluso a la categoría de nominativa y hoy se habla ya de patrimonio al referirse a estos espacios, y no es gratuito. La fábrica fue durante muchos años el comienzo de una nueva realidad social. La industria fue el imán que barría los pueblos y construía ciudades. las nuevas comunidades, atraídas por el trabajo construían su vida en torno a los centros fabriles. Con el paso de los años la gran urbe inundó estos espacios y aquellos gigantes se fueron mezclando ente las viviendas y hoy aún respiran a través de sus protegidas chimeneas. El éxodo de las empresas a nuevos centros propició el olvido de grandes obras de la arquitectura, el abandono y en muchos casos su derribo.
Pero muchas otras quedaron en pie fortalecidas por su envergadura o por su importancia patrimonial; se mantuvieron hasta nuestros días grandes fábricas que hoy han de volver a la actividad, aunque esta vez dista mucho de su función original. Es el caso de La Azucarera de Las Norias de Santa Victoria que hoy se ve inmersa en una nueva área de centralidad y crecimiento de la ciudad de Valladolid, desde la cual espera paciente un uso que le permita recobrar una utilidad de producción para la que fue diseñada, en este caso cultural.
Presentamos este proyecto para la reconversión de este espacio fabril en un centro para la creación y difusión de las artes. Un espacio para la profesionalización artística, donde la comunidad vallisoletana pueda encontrarse con su pasado, para alcanzar un futuro que se escriba desde el presente.
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